y eso me pasó el miércoles pasado, estaba en un club deportivo, fuimos a recoger a mi hermana de su clase de natación, mientras mi mamá estaba ayudándola mi papá y yo nos fuimos a sentar a una pequeña área de hermoso pasto verde bajo la gran copa de un árbol,mi papá estaba sentado casi en las raíces y yo más cerca del borde de la copa del árbol. Era tarde había un hermoso pero levemente lejano Sol, había unas cuantas nubes y se sentía el viento chocar en mi rostro. Mi clima favorito, totalmente templado y tranquilo dónde puedes meterte debajo de una manta o comer un helado y no sentir frío ni calor, estar totalmente a gusto.
De pronto llegó un olor a lluvia, ese hermoso olor a bosque por la mañana que tanto adoro. Comenzó a lloviznar cómo una cortina traslúcida, delgada y fina, bajo el árbol sólo llegaban a pasar unas cuantas gotitas de lluvia.
Y en ese momento, aunque mi papá estaba cerca, yo entré en un ensimismamiento en dónde nisiquiera pensaba en algo en especial, era sólo yo, con una mente tranquila no había nadie más que yo dentro de una paz que pocas veces había sentido, sintiendo las pequeñas gotitas cayendo en mi piel de una forma tan... tierna y apacible; recostada en el pasto levísimamente mojado, sintiendo la luz del Sol y el viento.
Una lluvia que no empapa... un Sol que no abrasa... una mente que no azota... una soledad que no duele...
La perfección tiene muchas caras, la perfección puede estar en el sitio más simple, sólo tenemos que cerrar los ojos y abrir el corazón.
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